“Si quieren
liquidar este proyecto van a tener que echar a 1200 personas!”, bramó en Marzo
del 2015 en un salón de eventos de Bariloche el sacerdote salesiano Juan Carlos
Molina, en ese momento Titular de la SEDRONAR, se desarrollaba el tercer
encuentro de Directores de dispositivos de SEDRONAR, del proyecto que había
comenzado un año antes en el que se ponía a los pibes y pibas como “sujetos de
derecho”, y a las adicciones como un problema de “salud social”. Un rato
después nos reuníamos con la intendenta Martini en su despacho y se acordaba el
inminente comienzo de la construcción de la Casa Educativa Terapéutica de
Bariloche, un edificio de 1200m2 con todas las ofertas de atención, asistencia,
deporte, recreación, arte, y educación para los pibes y pibas desechados por el
sistema, se hablaba también de la apertura de 2 CEPLAs más (además del que ya
funcionaba en un edificio municipal) los PECs que se ponían en marcha y del
también próximo inicio del Programa PAIS en el espacio cedido por Parques
Nacionales, que daba una vuelta de tuerca al trabajo con jóvenes de barrios
vulnerados sin inserción en el sistema educativo y/o laboral. Esos eran los
tiempos que se vivían hace un año y medio, el Estado haciéndose cargo, dando la
cara, abriendo dispositivos con un domicilio real, con empleados (precarizados
desde el principio), proyectando y ejecutando obras para esos pibes y pibas que
no figuran en los presupuestos estatales, sino a través de planes sin
contraprestación ni trabajo social en los mejores casos, o en partidas para
comprar balas, chalecos o “campañas de seguridad” en los peores, esas que
siempre causan muertos.
Hay 3
paradigmas en puja en el complejo tema de las adicciones
El más
antiguo, brutal y reaccionario, que define una línea entre sustancias lícitas e
ilícitas, sin aceptar discutir científicamente el porqué de esa frontera, las
primeras son un negocio multimillonario para muchas empresas multinacionales,
tabaco, alcohol, remedios, etc.; las segundas son un negocio multimillonario
para muchas asociaciones de narcotraficantes con empresarios, jueces, policías,
y políticos. La persona que consume sustancias ilícitas dentro de este
paradigma es considerada un delincuente adicto, un criminal drogadicto, etc., y
debe ser reprimido, criminalizado, judicializado, encarcelado. Este paradigma
fue creado en los Estados Unidos a mediados del siglo pasado, en él se
determinó ese título nefasto de “guerra a las drogas” que todavía se escucha,
guerra que desde que empezó no hace más que producir muertos de un lado y ricos
del otros.
El segundo
paradigma es el “médico hegemónico”, el adicto es un enfermo y hay que curarlo,
y entonces los que tienen capacidad para hacerlo son los que tienen un título
en medicina, al adicto hay que tratarlo, internarlo, medicarlo, analizarlo,
etc., todos los procesos que se desarrollan en el mundo de la medicina
académica. Desde lo institucional las adicciones son abordadas dentro de la Ley
de Salud Mental, y desde ahí se las encara. Ciertamente este segundo paradigma,
el más extendido en la actualidad representa un avance al de la represión y la
criminalización. Ciertamente hay personas que desarrollan una patología de
adicción a alguna sustancia, su organismo y su psiquis necesitan ser tratadas
por un profesional médico, muchas veces con internaciones, drogas
compensadoras, terapias, etc. El problema es que desde el punto de vista médico
solo el 2% de las personas pueden ser consideradas adictas, mientras un 40% de
la población consume indebidamente alguna sustancia psicoactiva. Por eso el
segundo paradigma fracasa rotundamente cuando se lo considera la forma general
de encarar el problema.
El tercer
paradigma es el que puso en marcha la SEDRONAR en el 2014, el de la salud
social. En este paradigma se pone el ojo en las personas como sujetos de
derecho, se busca asegurar esos derechos porque indefectiblemente hay una
cadena de acontecimientos que terminan en un pibe consumiendo alcohol,
pastillas o cocaína en un rincón oscuro de un barrio vulnerado. Si no se
modifica esa cadena de acontecimientos como generadora de ese triste final
cualquier batalla está perdida desde el principio. El primer acto, el
movimiento inicial, el cimiento de una Política de Estado encarada desde esta
perspectiva es el Estado haciéndose cargo directamente, por eso los
dispositivos de SEDRONAR que daban “un lugar” a los pibes que hasta ese momento
solo podían situarse en la calle, y después la cárcel. El patio y el oratorio
salesiano signaron el formato de esos dispositivos, Don Bosco se enfrentaba
hace 150 años con los que lo rodeaban y su forma de pensar, y abría las puertas
de las iglesias y conventos, hasta ese momento solo habilitadas para la “gente
decente”, a los pibes de la calle, a los ni-ni, a los faloperos, a los pibes
chorros, de esa época, les habría las puertas y el corazón (“educar es cosa del
corazón” diría después) los invitaba a jugar, estudiar, cantar,… y demostraba
que no hay ninguna posibilidad de cambio en personas lastimadas si no se
construye un vínculo afectivo, y no se lucha en serio por cambiar las
condiciones que lastiman.
Para todo
esto el Estado debe invertir en serio, la “guerra contra las drogas” debería
cambiarse por una “guerra contra la soledad y el abandono” en que quedan muchos
pibes, de todas las clases sociales, también sería buena una “guerra contra el
individualismo, el egoísmo, y placer inmediato sin compromiso” y sobre todo una
“guerra contra la desigualdad y la sociedad de consumo” madres de todas estas
problemáticas, no solo en las capas populares, también de las clases medias y
altas.
“Si quieren
liquidar este proyecto van a tener que echar a 1200 personas!”, desafió Molina,
y allí fueron los protagonistas del cambio, echaron a la mayoría de las 1200,
no les costó mucho, precariedad, desprolijidades y errores del proyecto lo
favorecieron, en menos de 10 meses quedaron 6 empleados de 60 y 1 dispositivo
de 6 que había. Hoy se habla de “Encuadre Socio Comunitario” con el agradable
argumento de tejer una red de organizaciones e instituciones que atienda la
problemática, el Estado se corre y deja de hacerse cargo directamente,
terceriza y se queda en la cómoda posición de coordinar, guiar, capacitar,… sin
contacto directo con los pibes, es como si no hubiera hospitales públicos y el
Estado argumentara que su responsabilidad en la salud de la población la cumple
coordinando a las clínicas privadas o mutuales, o si no hubiera escuela pública
y se coordinara a las privadas. Las organizaciones sociales sostienen acciones
paliativas que cumplen una función esencial y siempre mal reconocida, pero solo
el Estado puede y debe asumir integralmente el problema.
Se ha
retrocedido mucho en el último año, Bariloche necesita urgentemente políticas
activas reales, con acciones que involucren a los jóvenes que las necesitan, es
imperioso dejar el Power Point y caminar el barrio, conocer a los pibes y
pibas, compartir la mayor cantidad posible de horas con ellos, generar espacios
reales para actividades reales que a través de la capacitación, el trabajo, la
recreación, el arte, y el estudio, les cambie el centro de gravedad de sus
dinámicas diarias, siempre con el amor como condición inicial.
Anotarlos
para que cobren un plan en un listado de un CAAT no es la solución, apenas un
paliativo. También es necesario luchar contra la venta descontrolada de alcohol
y psicofármacos, las publicidades que invitan al descontrol, las condiciones
que destruyen la estructura familiar y los dejan sin referentes.
El gobierno
de Río Negro por decisión del gobernador Weretilneck creó recientemente la
Agencia para la Prevención y Asistencia de Adicciones, según anuncian llegarán
la semana próxima a la ciudad, es muy positivo que aparezca otra vez el Estado,
ahora provincial, siendo que el Nacional se vació. Ojalá puedan rápidamente dar
una respuesta real a los jóvenes que lo necesitan, son muchos, no se puede
tardar, muchas vidas dependen de ello.
Fernando
Fernández Herrero
Docente
Ex Director
CET-PAIS SEDRONAR Bariloche
En la
Imagen: Festival Inauguración de actividades de Sedronar en Bariloche - CET
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